martes, 19 de mayo de 2015

El cuento de la mala pipa.

Una vez tuve mala pata; me escayolaron la pierna y pasé muchas tardes sentada en la plaza del pueblo con mi abuela y sus amigas, viéndolas día tras día comer pipas de girasol y hablar en monosílabos. Cuando les pregunté por qué nunca comían otro fruto seco se miraron entre ellas y se rieron sin más, así que tomé la decisión de averiguarlo por mí misma. Fue entonces cuando advertí que todas ellas, cada vez que encontraban una pipa mala, parecían empezar rápidamente un nuevo ciclo hasta no dejar en el paladar ni rastro del sabor negruzco. Así descubrí que, igual que las amigas de mi madre esperaban encontrar a su príncipe azul, las abuelas, no sé si más sabias o más resignadas, se ilusionaban con la pipa mala que las obligaría a seguir mecánicamente el ritual infinito y circular del que, estoy segura, alguien se inspiró para crear el famoso cuento de la buena pipa.

sábado, 25 de abril de 2015

Libertad.

Vino una terrible tormenta y convirtió las calles en torrentes que tragaron todas nuestras pertenencias dejándonos sin nada, sin nada que perder.

martes, 21 de abril de 2015

Entrar.

El chico se quedó mirando la verja de hierro todavía cerrada y las altas paredes hormigonadas del colegio. En este primer día, todos los demás gritaban, hablaban o reían. Los adultos marcharon al trabajo atados a sus coches y la pesada puerta de rejas empezó a abrirse despacio y chirriante. Comenzaban a entrar, uniformados y en fila, cuando un fuerte dolor en el pecho le arrancó los pies del suelo y sin pensar salió corriendo con la furia de un guepardo hasta alcanzar lo alto de una colina cercana desde la que vio pasar a sus compañeros de fuera adentro como si ese acto, para ellos, no tuviese ninguna importancia.

lunes, 13 de abril de 2015

Intuición.

Yo, que nunca entendí la poesía, me dormí pensando en la frase de mi novio poeta que dice que los espejos son ventanas de quita y pon que abren huecos en las paredes. En el sueño me asomaba a una ventana-espejo y caía al vacío hasta llegar a un oscuro mundo subterráneo donde hombres de traje y corbata, con el rostro de mi novio, hablaban sin parar de paradojas y metáforas. Me fui sin dar explicaciones porque los sueños, a diferencia de las palabras, no mienten nunca.

lunes, 6 de abril de 2015

Mi sangre.

El mordisco me quemó y atravesó la piel. Después un frío de acero entró en mi y sentí que me vaciaba y me hacía cada vez más débil y borrosa. Desperté gritando y apareció mi madre como de la nada: duérmete, solo ha sido un sueño. Regresó a la nada y me llevé la mano al cuello palpando dos agujeros que me mancharon los dedos de sangre caliente. Los chupé y noté que el dulzor rojo revivía partes de mi. Quedé entera a medias; medio vacía o medio llena y caí rendida en un sueño profundo del que no sé si me he despertado.

lunes, 30 de marzo de 2015

La cura.

Cuando encontró la herida dejó avanzar a la manada y, en soledad, él mismo la lamió y besó.

martes, 24 de marzo de 2015

Cuestión de fe.

Mi hermana pequeña se había creído la fantasía de que los gnomos existen. Los buscábamos emocionadas detrás de las ramas, entre matorrales, debajo de troncos… Para que no decayese la esperanza, cada tanto, yo fingía haber visto el pico de algún gorro rojo salir corriendo. Ella empezaba a dudar y para mi cada vez eran más reales. De pronto, uno de ellos saltó asustado delante de mis propios ojos; me miró sin pestañear, puso el diminuto índice delante de los labios y desapareció dejándome conmocionada y muda para el resto del día. Nunca más me atreví a creer tan firmemente en mi imaginación y volvimos a casa, las dos, aparentemente desilusionadas.