Eran ya las 09:15 aunque, con la negrura de esa mañana, el día parecía no empezar. Exprimió dos enormes naranjas y el líquido recién salido y fresco fue iluminando cada parte de su cuerpo interno: la boca, la faringe, el esófago. Así hasta llegar al estómago, donde se quedó irradiando con una fuerza como de lava volcánica o sol derretido para el resto del día.
Pasame una naranja de esas, Palo. Por probar, ya sabes. Esa energía me vendría de perlas
ResponderEliminarjeje Y más ahora, con el invierno acercándose.
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